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EL ESPÍRITU NAVIDEÑO Y LA PAZ

 

El espíritu navideño debe adentrarse en cada uno de nosotros, transformar el temperamento, a veces agresivo del ser humano, en uno de pacífica existencia y de indudable sentimiento de afecto, tanto en aquellos seres que están ligados por la sangre, como en toda persona relacionada con el ambiente habitual de la vida diaria. Si diciembre sirve para algo, no debe ser únicamente para dar y recibir presentes. También el espíritu del Niño Dios que nació en Belén de Judá para redimir al mundo, tiene que llegar al cuerpo y las mentalidades pensantes para que desde allí se expresen palabras de paz y de unidad, no sólo familiarmente o dentro de una comunidad, sino nacional y hacia el exterior.

Diciembre es un mes de indudable sentido espiritual, de fe cristiana, que es lo importante de preservar. Si se deja la comercialización, no del todo por supuesto, la calma y la tranquilidad tendrán un espacio suficiente para desarrollarse e inspirar todos los actos de la vida.

Ahora rogamos a Dios para que derrame sobre nuestros países y regiones, golpeados por actos de violencia., barbarie y corrupción, su manto de paz y nos prepare así para el 2013 con la esperanza de que la sangre de nuestros hermanos no sea derramada violentamente y la Patria recupere la necesaria y anhelada tranquilidad.

La paz navideña tiene que brotar del corazón y esparcirse a través de los medios informativos y por los diferentes sistemas de comunicación. Así se prepara el espíritu y así queremos que sea el mejor de los regalos a nuestro país que tanto amamos. Una paz que emane de cada uno de nosotros, que se expanda de un ser a otro y contagie inclusive a quienes equivocadamente creen que con las armas en las manos ayudan a sus compatriotas o buscan un equilibrio social más justo.

Todo es posible en paz. Sin ella, las dificultades se acrecientan. Cercano el 24 de diciembre, hacemos el llamado personal y pedimos que los demás entiendan a cabalidad la frase: "la paz del Señor esté contigo".